En este caso vamos a analizar lo que le ocurre a Juan para que podamos explicárselo a los padres, a los cuales va dirigido nuestro texto. Explicaremos todas aquellas dudas que tienen sobre la adquisición del lenguaje de su hijo.
En primer lugar, vemos conveniente hablar de las dificultades articulatorias que presenta Juan en determinadas palabras, aunque parece ser que las comprende todas, por lo que a simple vista, podemos decir que no tiene un gran problema, sino que consiste en un proceso normal de la adquisición de su lenguaje.
Sabemos que la comprensión semántica se adelanta a la producción semántica, ya que para producir es necesario comprender. En todos los idiomas, hay evidencias de que la comprensión de los significados es previa a la expresión de los significados. Pensamos que el niño se encuentra en la edad de los 10 a los 18 meses.
La edad de referencia para la comprensión de estos significados en el niño, son los 9 meses. Los niños suelen comenzar su actividad comprensiva respondiendo a su nombre y con la palabra “no”, que es una palabra reguladora de conducta. Se dan casos de respuestas generalizadas sobre los 12 meses, ya que a base de muchos ensayos, el niño da respuestas automatizadas, pero no entiende el concepto, el significado.
La comprensión inicial está limitada por los conocimientos y las experiencias del niño, por lo tanto está limitada al “aquí” y al “ahora”, lo que quiere decir que nos dará un objeto que le pidamos, o entenderá algo que acabe de suceder.
A los 15 meses los niños ya comprenden órdenes sencillas del tipo “dame”, “ponte esto”, “¿dónde está?”, “¿qué haces?” etc., el niño responderá a estas preguntas siempre que tengan un orden lógico.
A partir de los 18 meses, aproximadamente, el niño ya puede buscar objetos que no están presentes, aunque la limitación de comprensión todavía perdura. A esta edad el niño ya entiende órdenes más complejas. Cuando el niño se aproxima a los 2 años, empieza un periodo de adquisición de muchas palabras. A los 2 años, el niño ya comprende entre 300 y 400 palabras. A los 3 años rondaría ya las 1000 palabras y a los 4 años estaría entre las 1600 y 1800 palabras (varía mucho de un niño a otro).
En este espacio, debemos de hablar de la maduración de la laringe. Ésta, a los dos años baja, y deja más espacio para que las cuerdas vocales vibren y que se produzcan mejor los sonidos. La articulación de sonidos será más precisa.
Podemos encontrar, que en cuanto al sistema fonológico de Juan, existen una serie de dificultades en la producción de sonidos. Vemos que éste puede presentar dificultades articulatorias debido a que hay ciertas palabras que son dificultosas por sí mismas, otras que presentan coarticulación (secuencia de varias consonantes diferentes y la proximidad de unos sonidos a otros) o que sean demasiado largas (polisílabas).
Estas son dificultades normales en el proceso de adquisición del lenguaje, que a su vez podemos complementar clasificándolos según el modo de articulación, destacando como mas difíciles las llamadas liquidas vibrantes, en las que la lengua produce una o más vibraciones, son las palabras que contienen los fonemas /r/ y /rr/. Desde el punto de articulación, son las llamadas alveolares, en las que la punta de la lengua, como órgano activo, toca los dientes superficiales. Son las palabras que contienen los fonemas /s/, /h/, /l/, y /r/. Desde el punto de vista de la vibración de las cuerdas vocales, son las sonoras, con muchas vibraciones en las cuerdas vocales. Son las palabras que contienen los fonemas /b/, /d/, /m/, /n/, /r/, etc.
Atendiendo a todo lo dicho anteriormente, debemos explicarles a los padres, que si las dificultades articulatorias que el niño presenta en determinadas palabras contiene los fonemas nombrados, estaremos hablando de dificultades propias en el proceso de adquisición del lenguaje y no deberían de preocuparse en exceso, ya que estaría dentro de los parámetros establecidos.
En vez de un problema, creemos que el niño está en la etapa holofrástica, la cual se da de los 10 a los 18 meses, en esta etapa se produce un cambio en los procedimientos de aprendizaje (más crítico). McNeill habla de la etapa de la holofrase, en la cual hacen frases de una palabra, y ésta tiene una frase implícita. No tienen tanto vocabulario, por lo cual tienen dificultades expresivas que le impiden hacer emisiones más largas, aunque en su mente son más complejas (comprensión antes que producción).
Recientemente, Juan designa a todos los animales de cuatro patas como “guau”, por lo que queremos explicarle a los padres que no es un problema, sino que Juan utiliza la estrategia de la sobreextensión, que se da de los 12 a los 18 meses, esto quiere decir que amplía el campo semántico de una palabra para referirse a varios objetos que tienen varios nombres en el mundo adulto.
No deben darle mayor importancia de la que tiene, puesto que a medida que su vocabulario aumenta, esa sobreextensión irá desapareciendo.
En cuanto a la expresión fonológica que tiene Juan, al referirse a su pelota como “tota” nos encontramos que está en el proceso de asimilación. Este proceso se basa, principalmente, en cambiar un sonido por otro, los cuales son similares; por lo que observamos que sus padres tampoco deben darle importancia a esta situación.
Por todo ello concluimos que, son dificultades normales que no tienen por qué estar relacionado con una mala o pobre estimulación, pero recomendados a los padres que cambien esta actitud. Los padres deberán empezar a estimular a su hijo para evitar que estas dificultades propias de la adquisición del lenguaje, se conviertan en un problema, por no poder llegar a superarlo.
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